Las gárgolas de Santiago de Compostela y su fantástica iconografía

Nuestra primera parada en tierras gallegas la hacemos en un lugar privilegiado y único en el mundo, Santiago de Compostela.

Al igual que sus monumentos, la belleza y singularidad de sus gárgolas no deja indiferente al transeúnte que pasea por esta hermosa y encantadora ciudad.

En esta primera entrada vamos a ver las gárgolas de uno de los monasterios más grandes de España y también uno de los monumentos más preciados del barroco gallego.

A pocos metros de la fachada de la Azabachería de la catedral y frente a la Plaza de la Inmaculada, se alza el magnífico Monasterio de San Martín Pinario. Aunque en su origen fue un cenobio benedictino del siglo X, se reconstruyó a fines del siglo XVI y se finalizó en el XVIII. A finales del siglo XIX dejó de ser monasterio, y actualmente es la sede del Seminario Mayor de la Archidiócesis de Santiago, del Instituto Teológico Compostelano y del Archivo Diocesano. Sus dependencias se utilizan asimismo para otras funciones, de Escuela Universitaria de Trabajo Social y de Teología, de hospedería y como lugar de eventos culturales.

Monasterio de San Martín Pinario (Santiago de Compostela).

Sus gárgolas

La gran cantidad de gárgolas que posee todo el conjunto me obliga a mostrároslas en varias entradas, ya que no quiero que os las perdáis porque merece la pena contemplarlas, al menos las más interesantes.

Comenzamos con tres gárgolas muy originales y fantásticas. Los cuerpos están decorados con motivos vegetales, geométricos, espirales y dobles espirales. La espiral es una figura muy difundida desde la Antigüedad. Simboliza extensión y evolución. La doble espiral de enroscadura opuesta (en S) simboliza los cambios lunares y del trueno. En las cabezas vemos representados un green man, un carnero y un monstruo.

Green man.

Carnero.

Monstruo.

También hay demonios con atributos propios como las alas tipo quiróptero, lengua saliente, cola de serpiente, cresta frontal, perilla o rasgos antropomorfos, figuras en las que resalta su expresividad, alguna en posición rampante dando la sensación de acometida.

Demonio.

Dentro de la amplia iconografía de las gárgolas del monasterio, tenemos una destacable variedad de animales. En esta entrada os muestro por ejemplo dos perros en posición rampante, uno de ellos mostrando los genitales ―recuerda a las gárgolas de La Fresneda―, un carnero y un jabalí. Ya hemos hablado de la simbología de estos animales en entradas anteriores. No obstante, recordemos que el perro es emblema de vigilancia y fidelidad. El carnero, por su frecuencia en aparearse, simboliza la fuerza procreadora, Amón, dios de la fecundidad en Egipto, tiene cabeza de carnero. Y el jabalí es símbolo de lujuria, siendo elegido por el demonio para encarnarse.

Perro.

Carnero.

Jabalí.

Asimismo hay algunas figuras de cuadrúpedos con rasgos peculiares de naturaleza fantástica: motivos vegetales o espirales a modo de pelajes o alas; uno de ellos se tira de la boca, un gesto, como sabemos, habitual en las gárgolas y de diversas interpretaciones (gula, tormento, comicidad).

Muchas de estas gárgolas, con su combinación de elementos vegetales y fantásticos recuerdan a los grutescos renacentistas, con una labra magnífica y detallista.

Animal fantástico.

Finalmente, tenemos cuatro gárgolas excepcionales. La primera es una mujer con pelo largo hacia atrás y patas de animal, una figura que bien podría relacionarse con la lumia gallega, criatura de la mitología de Galicia que puede poseer cuerpo de dragón o patas de oca o cabra, o incluso con la moura de larga cabellera. Otras dos son sirenas con cuartos traseros escamosos, aunque también podrían ser lumias con cuerpo dragontino. Muestran gestos expresivos, ambas se llevan las manos a la cara y una de ellas se tira aparentemente de una larga perilla, recordemos la vinculación de la sirena con lo demoníaco, la investigación sobre su simbología nos dice que es símbolo de la voluptuosidad engañosa y mortal y demonio que lleva al mal. Otra es una asombrosa harpía, de una gran belleza escultórica. La harpía es igualmente un ser maligno, diabólico y lujurioso. Las cuatro son criaturas semejantes en cuanto a forma y simbología, gárgolas como veis sorprendentes y mágicas.

Tierra de trasnos, de meigas, de tardos, de mouras, de lumias… Santiago de Compostela no deja impasible al visitante. En todos mis viajes descubro gárgolas magníficas aunque, salvo algunas excepciones en que encuentro gárgolas peculiares y únicas, generalmente son semejantes en cuanto a la iconografía. Lo que no me podía imaginar es lo que me iban a revelar las gárgolas de Santiago. Su historia, sus tradiciones y folklore impregnan la ciudad, su arquitectura, su Camino, su arte y por supuesto sus gárgolas. Me han hecho rememorar mi infancia de cuentos de duendes y hadas repletos de misterio, de magia y de fantasía e ilusión, una ilusión que yo, como muchos de vosotros, aún conservo.