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Gárgolas geométricas: La geometría como ornamentación

 

A todos nos encantan las gárgolas decoradas con criaturas realistas, fantásticas, monstruosas y terroríficas. Sin embargo, no debemos olvidarnos de las gárgolas geométricas que, aunque la mayoría son contemporáneas, algunas no dejan de ser interesantes en cuanto a la forma y el estilo.

La entrada de hoy está dedicada a las gárgolas de diseño geométrico, así como a las que representan objetos de cualquier tipo, unas gárgolas que muestran también la creatividad y la imaginación del escultor.

 

 

Formas geométricas en la iconografía de las gárgolas: Un lenguaje de simetría y simbolismo

 

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Catedral de Ciudad Rodrigo

 

Tras el gótico, las gárgolas con figuras de criaturas ya no tuvieron tanto interés y empezó a abandonarse su representación, pasando en general a ser simples caños de metal o de piedra, aunque se seguirán viendo en el Renacimiento, sobre todo en España, gárgolas con representaciones de todo tipo de seres.

A mediados del siglo XVI predomina el tipo de gárgola cilíndrica con decoración geométrica.

Las gárgolas de diseño geométrico son bloques rectangulares, cilíndricos, cuadrangulares y poligonales, y las formas geométricas para decorarlos más habituales son el círculo y la espiral, además del uso de hojas de todo tipo, muchas del tipo acanto. A veces incluso incorporan figuras de animales, humanos o monstruos, y líneas sinuosas u ondulantes con diseños singulares y creativos propios de la invención del artista. Hay gárgolas geométricas asombrosas y de gran belleza artística a las que el escultor incorpora una decoración exuberante y de labra magnífica.

 

 

Los elementos geométricos tienen un significado simbólico. Esta simbología proviene de la Antigüedad y ha llegado, como motivo ornamental, hasta nuestros días y en todas las artes.

Algunas gárgolas poseen líneas ondulantes o serpenteantes que decoran la figura. William Hogarth, el artista británico del siglo XVIII, la llamaba “línea de belleza”: “La línea serpenteante, con su ondulación y enrollamiento al mismo tiempo en diferentes sentidos, guía el ojo agradablemente a lo largo de la continuidad de su variable, si se me permite esta expresión; y, por su retorcimiento de tantas maneras diferentes, puede decirse que incluye (aunque sea una sola línea) diversos contenidos”.

 

 

El círculo y la espiral son los elementos más habituales para decorar las gárgolas geométricas. El círculo es probablemente el símbolo geométrico más importante y representado. Hay que tener en cuenta que la luna y el sol son en apariencia portadores de esta forma, de ahí su importancia desde la Antigüedad. De manera universal, el círculo simboliza lo celestial y el cielo, y el cuadrado la tierra y el hombre. En ocasiones, se reproduce a Dios como círculo con el centro omnipresente para significar la perfección. En el círculo no hay comienzo ni fin, ni dirección ni orientación, simboliza además todo lo espiritual. Para los filósofos platónicos y neoplatónicos es la forma más perfecta. Platón representa la psique con una esfera. El movimiento circular es perfecto, inmutable. Por ello se utiliza asimismo para simbolizar el tiempo, que se define como una sucesión continua e invariable de instantes todos idénticos unos a otros. Desde la Antigüedad, el círculo ha servido para indicar la totalidad, la perfección, para englobar el tiempo y medirlo mejor. El círculo se complementa con el cuadrado, cielo y tierra, ya desde los babilonios. Jung revela que el símbolo del círculo es una imagen arquetípica de la totalidad de la psique, el símbolo del sí mismo, mientras que el cuadrado es el símbolo de la materia terrena, del cuerpo y de la realidad.

En el arte, el círculo se utiliza simbólicamente en la distribución de los discípulos que rodean a Cristo, o en las representaciones del cielo como coros concéntricos de ángeles en algunas obras artísticas. En la iconografía cristiana simboliza la eternidad; tres círculos unidos evocan la Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por otra parte, los arquitectos renacentistas, siguiendo los principios propuestos por Alberti (1404-1472), volvieron al círculo para los proyectos de iglesias.

 

gárgola gargoyle gargouille

Palacio Nacional de Mafra (Portugal)

 

La espiral es un símbolo gráfico muy utilizado también desde la Antigüedad. Es una figura simple, una línea que se enrolla sobre sí misma. Es dinámica, se mueve hacia dentro o hacia fuera, dependiendo de cómo se observe. Referente a su origen, en el universo puede haberse relacionado con la observación de las turbulencias en el agua que corre, o con los remolinos que se producen cuando el agua cae hacia abajo por una abertura. En algunas construcciones funerarias megalíticas de la prehistoria aparece esta figura quizás vinculada a la idea de caída en las “aguas de la muerte”, parecido a los círculos de ondas o círculos concéntricos. Asimismo, la espiral se puede relacionar simbólicamente con los movimientos de las estrellas. No obstante, también pueden haberse utilizado sin una finalidad determinada, tratándose simplemente de un diseño de carácter lúdico u ornamental.

Su forma aparece a menudo en la naturaleza (concha, caracol), y en todas las culturas revela una simbología. El simbolismo de la concha espiriforme se relaciona además con las teorías relativas al “número dorado” y la significación matemática de la espiral. Debido precisamente a su movimiento de línea sin fin que une constantemente los dos extremos, la espiral simboliza extensión, desarrollo cíclico y evolución.

En arte hay que destacar la importancia de la voluta jónica. Gombrich afirma que ya en la cerámica micénica existía la voluta ondulante, ya fuese como diseño geométrico o como motivo vegetal. Vitruvio, en su obra De architectura, relaciona el orden jónico con los dioses moderados (Juno, Diana), afirmando que a estos dioses “se les construirán obras jónicas de forma que se alejen de la severidad de la manera dórica y de la delicadeza de la corintia, siendo su característica la moderación”.

 

 

Entre los motivos vegetales destaca la hoja de acanto. La planta de acanto pertenece a la familia de las acantáceas. Dioscórides, médico griego del siglo I, describe el acanto en su Materia Médica, una de las descripciones más claras de la Antigüedad. Sus dos elementos más destacados y representativos son su estilizado tallo espinoso y sus exuberantes hojas. Los griegos le dieron el nombre de “espino”, y el vocablo griego ἄκανθος fue adoptado por el latín pasando a denominarse acanthus.

En el arte, el acanto lo emplearon primero los griegos y después los romanos para adornar los capiteles corintio y compuesto. No hay certeza sobre su significado simbólico, por lo que es posible que su empleo en el arte se debiese sencillamente a su gran belleza y exuberancia. No obstante, algunos autores le confieren un significado funerario por su utilización para adornar las estelas funerarias en tumbas y mausoleos griegos, lo que contribuyó a atribuir al acanto un simbolismo de inmortalidad. Por sus espinas ―a las que se hace referencia en la Biblia en varias citas― el cristianismo lo vinculó al sufrimiento del hombre por sus pecados. Una planta poseedora por tanto de un simbolismo pagano y cristiano.

 

medieval diseño acanto

Catedral de Coria (Cáceres)

 

Asimismo, tenemos gárgolas que son simples bloques: rectangulares, cuadrangulares, cilíndricos y poligonales. Son gárgolas esquemáticas que sirven únicamente como canalones de desagüe. Algunas de ellas están decoradas con todo tipo de molduras.

 

 

Por último, a veces vemos gárgolas representando objetos diversos: vasijas, columnas, cañones, etc. Unas gárgolas también peculiares e inusuales.

A pesar de que estas figuras no tienen el atractivo de las gárgolas con criaturas, ni provocan el asombro de las mismas, muchas de ellas son piezas excepcionales, decoradas con esmero, destreza e imaginación. Unas gárgolas que bien merecen un pequeño homenaje como figuras que, además de su utilidad, forman parte de la arquitectura ornamentando los edificios.

 

 

 

Bibliografía consultada

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