Uno de los temas e imágenes más atrayente y sublime, tanto en la literatura como en las artes plásticas, es el de la muerte. Por una parte, las figuras macabras nos atraen, pero por otra nos inspiran rechazo. Por su relación con algunos animales y con lo demoníaco, feo y monstruoso, estas imágenes aparecen a veces en las gárgolas. En ellas vemos la imagen más representativa de la muerte: el esqueleto humano.
Catedral de Palencia.
El esqueleto humano es utilizado como emblema de la muerte. En su diccionario de símbolos, Chevalier y Gheerbrant nos dicen que el esqueleto es la personificación de la muerte y algunas veces también simboliza el demonio. Símbolo de lo negro, de la descomposición y operaciones que predicen las transmutaciones para los alquimistas. En la Antigüedad había sellos o figuritas de esqueletos que, según Apuleyo (s. II), servían para la magia. Estos esqueletos son imágenes de Mercurio, dios psicopompo, que tiene el poder de bajar a los infiernos y volver a subir, y también de conducir a las almas de los muertos. En el Satiricón de Petronio (s. I), un esqueleto de plata se aparece en un banquete para simbolizar la muerte y brevedad de la vida. De esta forma, incitaba a los invitados a gozar de la vida y de los placeres efímeros. Relacionado con esta idea tenemos las danzas macabras medievales, en las que se recordaba que los goces y placeres tienen su fin y que todos van a morir.
En algunas representaciones, el esqueleto se muestra llevando en una mano una guadaña, un símbolo de lo corta que es la vida, y en la otra un reloj de arena, señal de la rapidez del paso del tiempo.
Algunos animales están relacionados también con la muerte. El águila, por ejemplo, aparece en la Biblia asociada a la rapacidad y a la muerte: “Desde allí (el águila) acecha a su presa, desde lejos la divisan sus ojos. Sus crías lamen sangre; donde haya muertos, allí está” (Job. 39, 29-30).
Sobre la serpiente, Isidoro dice en sus Etimologías que Pitágoras afirmaba que las serpientes nacen de la médula situada en la espina dorsal del hombre muerto, una idea que vincula a la serpiente con la muerte.
Grivot afirma que en el siglo XV encontramos todavía demonios con largas colas y cuernos, pero de apariencia humana, y en el XVI el diablo se asocia al tema de la muerte.
En el Libro de los Enxiemplos de Don Juan Manuel (s. XIV) se identifican los monstruos con la muerte: “Cada uno bien lo piense e bien lo crea, / Que la figura de la muerte es fea”: “Leíse en la Historia de Antioquía de un sancto padre que después que por muchos días había rogado a Dios que le mostrase qué figura había la muerte, una vegada oyó una voz de home que le llamaba, é salió fuera de su cella, é vió una bestia que había el cuerpo de asno é las piernas de ciervo, é los pies de caballo, é la cara de león, é duas órdenes de dientes é un cuerno muy grande, é había la voz de homme; e entendiendo la significación, conoció que todas estas viles condiciones de la muerte que se pueden entender por esta bestia…” (vol. LI, Cap. CCXXVII: “Mortis imago multum est diformis”).
La muerte forma parte de nuestra psique y, ya desde temprana edad, nos provoca emociones y sentimientos adversos. Aunque es poco frecuente hallar gárgolas con representaciones de esqueletos humanos, aquí tenéis algunos ejemplos. Todas ellas gárgolas llamativas y fascinantes.
Catedral de Palencia.
Catedral de Palencia.
Catedral de María Inmaculada de Vitoria.
Ayuntamiento de Bruselas (Bélgica).
Bibliografía consultada
GRIVOT, D., Le diable dans la cathedrale, Paris, Editions Morel, 1960.
MATEO GÓMEZ, I., Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Diego Velázquez, 1979.
SAN ISIDORO DE SEVILLA, Etimologías, II (Libros XI-XX), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, S. A., 1982, XII, 4.

Doctora en Historia del Arte. Investigadora especializada en el estudio de las gárgolas.