Uno de los atributos del demonio que más me fascinan son las alas de murciélago.

La vinculación del murciélago con el demonio proviene del simbolismo atribuido a este pequeño animal. Aunque ya lo tratamos en una de las entradas dedicadas a la representación de animales insólitos en las gárgolas, recordemos que Orígenes (ss. II-III) simbolizó al murciélago como emblema de los herejes. En Poitou hay una leyenda que describe a Satán descendiendo con aspecto de murciélago en medio de una danza irreverente donde los bailarines caen uno tras otro, heridos de muerte por el simple roce de las alas. Encontramos representaciones de murciélagos en manuscritos (Bestiario de El Escorial y Bestiario de Oxford), o en sillerías de coro (Yuste, Poitiers). El murciélago además se convirtió en el símbolo del pueblo judío que “odia la luz del día y ama las tinieblas”.

 

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Murciélago. Catedral de León.

 

Otra de las criaturas que posee alas de murciélago es el dragón. Baltrušaitis dice que el Extremo Oriente es claramente tierra de dragones. En un dibujo de Wu Tao-zu (s. VIII) y en una reproducción de Li Long-mien (ss. XI-XII) aparecen dragones con alas membranosas. En el siglo XIII se verán especialmente dragones con alas de murciélago y crestas dentadas. Los hombres con alas de quiróptero también nacieron en esas tierras, como se puede ver en algunos bronces del período Tcheou (ss. XI-III a. C). La mayoría de los autores admiten hoy que estas alas fueron tomadas por Occidente de representaciones chinas de demonios maléficos y no de dragones, ya que los dragones asiáticos casi nunca tienen alas. Las alas membranosas de murciélago pasaron del dragón a los grifos, a los basiliscos, a los seres híbridos, a criaturas marinas, etc. Todas bestias siniestras y demoníacas.

 

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Dragón. Catedral de Salamanca.

 

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Dragón. Monasterio de Batalha (Portugal). 

 

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Híbrido con alas de murciélago. Catedral de Bruselas (Bélgica).

 

Ya vimos en su día, cuando hablamos de las características y rasgos propios de la tipología demoníaca, que las alas es un elemento vinculado al diablo, aunque a veces se represente sin ellas. Recordemos que, desde el siglo IX al XIII, el demonio se representa con alas de plumas como los ángeles, aunque más oscuras y cortas. Link afirma que el diablo no tuvo alas de murciélago hasta 1300.

Hacia el siglo XIV empieza a mostrarse por tanto un demonio con alas membranosas, como lo describe Dante en su Infierno. Y es precisamente en la obra de Dante donde encontramos una de las descripciones más bellas y aterradoras del demonio. En el Infierno de su Divina Comedia, escrita aproximadamente entre 1304 y 1321, aparece probablemente una de las primeras referencias del diablo con alas de murciélago. Aunque Dante cita a seres mitológicos, como por ejemplo el Cerbero (Canto VI, 21-24) o el dragón: “De alas abiertas un dragón yacía […] que abrasado dejaba al que delante se ponía” (Canto XXV, 21-24); y a las serpientes y otros seres de naturaleza perversa: “… y una serpiente con seis pies se lanza/ sobre uno…” (Canto XXV, 48-51), su obra es sobre todo fuente imprescindible para la iconografía demoníaca.

Su soberbia descripción de Lucifer es un prodigio literario:

¡Era fiero su aspecto, e imponente!

Y, con sus alas y sus pies ligeros,

¡qué horrible parecióme de repente! (Canto XXI, 31-33).

Allí mi mente se quedó perpleja,

pues tenía tres caras en la testa.

Una delante, y ésa era bermeja;

las otras dos uníanse con ésta

por encima de una y otra paletilla

y se juntaban en la misma cresta:

la diestra era entre blanca y amarilla;

la siniestra, del tinte que declara

el que del Nilo se tostó a la orilla.

Dos alas grandes bajo cada cara,

que a pájaro tamaño convenían

−tales velas jamás un barco izara−,

de murciélago eran; carecían

de plumas, y a la vez aleteaban

de modo que tres vientos producían

que el agua del Cocito congelaban;

de seis ojos sus lágrimas brotando,

con su sangrienta baba se mezclaban.

Con cada boca estaba triturando

a un pecador, como una agramadera,

a los tres de igual forma castigando. (Canto XXXIV, 37-57).

La literatura es fuente fundamental para la iconografía de las gárgolas. En el caso de Dante, para la imagen del demonio y su representación en todas las artes. Su figura sugiere la idea de ángel caído. Y sus impresionantes alas de quiróptero son parte esencial de las representaciones más bellas y sublimes del maligno. Entre éstas me gustaría destacar el fresco de la iglesia de San Francisco de Asís, La Expulsión de los Demonios de Arezzo, de Giotto (h. 1295-1300), donde podemos ver diablos con alas de murciélago. Una fuente esencial para comprobar el momento histórico en que surgió esta representación del demonio. Aunque Baltrušaitis dice que esta imagen proviene de los demonios alados chinos, otros autores, como Ockham, afirman que estos demonios surgieron de la propia imaginación de Giotto. Quizás estemos ante una de esas coincidencias de imágenes de las que habla Delacampagne, ese producto de ciertas leyes inmutables, lógicas o psicológicas que se funden en la literatura y en el arte de todos los tiempos.

 

Gárgolas de demonios con alas membranosas

 

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Museo de los Agustinos de Toulouse (Francia).

 

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Monasterio de Batalha (Portugal).

 

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La Lonja de los Burgueses en Brujas (Bélgica).

 

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Iglesia de Santa María Magdalena en Olivenza (Badajoz).

 

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Monasterio de Batalha (Portugal). 

 

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Colegiata de San Antolín de Medina del Campo (Valladolid).

 

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Catedral de St. Michel en Carcassonne (Francia).

 

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Catedral de Segovia.

 

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Catedral de Salamanca. 

 

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Catedral de Burgos.

 

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Catedral de Aquisgrán (Alemania).

 

 

 

Bibliografía consultada

ALIGHIERI, D., Comedia. Infierno, traducción, prólogo y notas de A. Crespo, Barcelona, Editorial Seix Barral, S. A. Biblioteca Formentor, 2008.

BALTRUŠAITIS, J., La Edad Media fantástica. Antigüedades y exotismos en el arte gótico, Madrid, Ediciones Cátedra, S. A., 1987.

CHARBONNEAU-LASSAY, L., El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y la Edad Media, Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, Editor, 1997.

DELACAMPAGNE, A. y C., Animales extraños y fabulosos. Un bestiario fantástico en el arte, Madrid, Editorial Casariego, 2005.

LINK, L., El Diablo. Una máscara sin rostro, Madrid, Editorial Síntesis, S. A., 2002.

Arte, historia e investigación

 

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