Gargopedia

Conversaciones con el escultor Joan Roig: La esencia de crear gárgolas

 

Cuando finaliza el gótico como estilo, la gárgola gótica perdió interés, con lo cual empezó a abandonarse la representación de esas fascinantes criaturas que las decoraban y, aunque conservamos gárgolas soberbias del gótico tardío, renacentistas y barrocas, en general se pasó a los simples caños geométricos, a veces con algún adorno, de metal o de piedra.

Sin embargo, este desinterés no durará indefinidamente. A mediados del siglo XIX, una serie de arquitectos, entre ellos Viollet-le-Duc, recuperaron estas figuras a través de un nuevo estilo: el neogótico. Todo esto influenciado también por el romanticismo y la literatura gótica. De esta forma, el gótico como estilo recibió la importancia y valoración que se merecía y las gárgolas volvieron a surgir. Estas gárgolas neogóticas generalmente recuperan y rememoran a las medievales, pero también incorporan figuras más modernas, añadiendo la imaginación de los nuevos artistas del siglo XIX.

El desarrollo de la gárgola en el siglo XIX ha conducido sin duda a la proyección que ha tenido en los siglos XX y XXI. Actualmente se siguen esculpiendo gárgolas para todo tipo de edificios (iglesias, palacios, universidades, museos, casas particulares, etc.). Las gárgolas han seguido y siguen interesando en la actualidad. Su representación y atractivo se ha extendido además a otras artes. Aparte de la literatura y la pintura, también han llegado al cine, los videojuegos, la animación, los cómics, etc.

 

Reflexiones sobre el arte de esculpir

 

Hoy os invitamos a una nueva entrada dedicada sólo y exclusivamente al artífice, al creador, en definitiva, al artista. Al escultor de gárgolas.

Como hemos dicho siempre al hablar de los escultores de gárgolas, estas reflejan la libertad creativa de dichos escultores y su ilimitada imaginación. La infinita combinación de formas y seres sugiere una extraordinaria y envidiable libertad para labrar en la piedra múltiples posibilidades creativas, a veces desbordantes e incluso atrevidas.

En su día realizamos una charla con el escultor José Miguel Abril, en la que pudimos estar en su taller y disfrutar de sus conocimientos y trabajo.

Hoy tenemos la suerte de poder realizar una entrevista con otro magnífico artista, nada menos que el escultor de algunas gárgolas de la Catedral de Mallorca.

Estamos hablando del escultor Joan Roig.

 

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Joan Roig Vélez

Escultor

 

Una vez acabados sus estudios de Bachillerato y COU, Joan Roig Vélez (Palma de Mallorca, 1964) empieza a trabajar de manera casual en una marmolería en 1982. En ella inicia de manera autodidacta su formación en la escultura.

En 1991, su empresa es la encargada de suministrar los elementos de cantería para la restauración del exterior del ábside de la catedral de Mallorca, y él es el encargado del labrado de tres gárgolas de grandes dimensiones, en bloques de 200 x 70 x 50 cm.

A partir de ese momento inicia su carrera exclusiva de escultor de obras, tanto de índole religiosa como civil. Aparte de las gárgolas antes citadas, destacan las siguientes obras: once capiteles para los vitrales de la catedral de Mallorca; restauración de las cuatro efigies en forma de leona del Born de Palma; restauración y nueva copia del último Goig gótico conservado del Monasterio de Lluc; Creu de Terme (Crucero) de Son Sardina en Palma; Virgen gótica para la restauración de la Iglesia de repoblación de Son Vives en Sant Llorenç des Cardessar; copia en piedra de Sant Nicolauet de la imagen gótica de madera sita en el Museu de Mallorca; gárgola en forma de cabeza humana de anciano en can Oliver en Palma; restauración y labrado de capiteles góticos de la casa adjunta a la catedral de Mallorca en Palma; o la restauración de la imagen en piedra totalmente mutilada de Ramón Llull del Monasterio de Cura en Randa.

 

 

La experiencia detrás de la obra

 

¿Qué te inspiró a la hora de esculpir tus gárgolas?

Cuando me encargaron las gárgolas yo ya conocía bastante bien la catedral de Mallorca, pero el arquitecto diocesano don Sebastián Gamundí me recomendó: subes por las terrazas de la catedral y te paseas y vas tomando notas de las gárgolas que hay hechas. Y así lo hice. Entonces en la catedral aún no había posibilidad de visitar las terrazas, y para mí poder subir con frecuencia a pasear solo, por las terrazas, rodeado de gárgolas, pináculos, arbotantes y vidrieras era como un viaje al pasado. Aunque el pasado de la catedral es un pasado muy prolongado, porque la catedral de Mallorca se empezó a construir muy poco después de la conquista de Mallorca por parte de Jaume I, en 1229, y a pesar de no estar actualmente completamente acabada, se dio por acabada en el año 1601. El campanario no está acabado y faltan aún muchos pináculos y aún algún vitral por abrir. Una vez que me había “empapado” bien del gótico de la catedral de Mallorca hice 7 u 8 diseños de gárgolas, y don Sebastián Gamundí eligió dos, que fueron las que se realizaron (previamente ya había tallado una en forma de cerda que figuraba en los planos de la restauración, que era un esquemático dibujo suyo). Don Sebastián Gamundí era tan buen arquitecto como buena persona, y respetaba totalmente los consejos de los profesionales. Para mí ha sido un referente.

 

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¿Hay algún escultor o artista que te haya influido?

En Mallorca tuvimos un genio de la arquitectura y escultura góticas: Guillem Sagrera. La catedral de Mallorca destaca más por su arquitectura que por su escultura, una catedral muy austera y arquitectónicamente de una ligereza excepcional. La altura de su nave central, con 45 metros, es la segunda más alta de Europa, y la proporción entre el diámetro de sus columnas y el volumen que alberga es un espectáculo por su atrevimiento. Gaudí, en su restauración de principios del siglo XX, despojó a la catedral del coro central y lo trasladó a la cabecera, lo que proporcionó una grandiosidad visual a la nave central que hace más imponentes las dimensiones de la nave. Personalmente cuando estoy dentro me parece imposible que esas frágiles columnas aguanten esas inmensas bóvedas. Aun así, varias veces durante su construcción se vino abajo alguna bóveda; acercarse tanto al límite a veces pasaba factura. En 1851 se registró en Mallorca el mayor terremoto que hemos tenido en nuestra isla y a pesar de ello la catedral aguantó, aunque sufrió la caída de una de sus torres de la fachada principal y se abrió alguna fisura. Por ello se decidió reforzar la fachada con esas dos grandes torres neogóticas que cegaron dos pequeños rosetones, por lo que esa imagen actual que vemos siempre de la catedral de Mallorca tiene solamente 150 años. También destaca de la catedral el rosetón de mayor diámetro del gótico europeo con 13 metros de diámetro. Y volviendo a Guillem Sagrera, este escultor ha sido un hito en la arquitectura y escultura góticas, y él es el autor del portal del mirador, prácticamente la muestra escultórica más relevante de la catedral. Guillem Sagrera fue también constructor y escultor de la Llotja de Palma, una verdadera filigrana de edificio donde destacan también sus impresionantes gárgolas y el Ángel de la Mercadería, esculpido por él mismo. Hablar de escultura gótica en Mallorca es hablar de Guillem Sagrera, y siempre es un referente a la hora de buscar la inspiración. Asimismo, muchos escultores anónimos, los autores de esas gárgolas en las que me inspiré, los que trabajaron en la catedral de Mallorca cuyos nombres no han trascendido, también han sido un punto muy importante de inspiración.

 

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¿Podrías describir tu proceso creativo desde la concepción de una gárgola hasta su finalización?

Habitualmente yo no fuerzo la inspiración; como una planta, se siembra una semilla y el tiempo va haciendo solo su trabajo. Como he dicho anteriormente, me empapé de la catedral, y cuando esos estímulos habían madurado en mi cabeza, cogí lápiz y papel y empecé a dibujar. Como también he dicho anteriormente, una vez que don Sebastián Gamundí había elegido dos de los diseños, fui a la cantera y junto al cantero que la explotaba elegimos los bloques idóneos para su realización. Bloques de 200 x 70 x 50 cm. Además de una inspección visual, los bloques se suenan. Con otro trozo de piedra se golpean y si suena a campana es que el bloque es sano; si tiene alguna fisura, aunque no se vea, la piedra no “canta”. Una vez elegido el bloque, de una de las dos gárgolas hice en barro un pequeño boceto de la cabeza, un boceto que aún conservo, pero la talla fue directa, no se hizo un boceto de la escultura para luego sacar puntos en el bloque, sencillamente la dibujé en las caras del bloque y fui quitando lo que sobraba. Atribuyen a Miguel Ángel la frase de que él no hacía la escultura, que la escultura ya estaba hecha y que él solo quitaba lo que sobraba. Es muy fácil atribuir frases a gente famosa, posiblemente el 90% de frases que se atribuyen a grandes personajes no las han dicho jamás; cualquier escultor en piedra o en madera, que realiza una escultura sustractiva, lo que se atribuye a Miguel Ángel, lo ha pensado mil veces. Quitar hasta el punto exacto, sin pasarse; ese es el secreto. La escultura aditiva, como es la escultura en barro, es otra historia. Y decir que a veces hay pifias, bien porque te has pasado, o bien porque justamente la coquera interna e invisible de la piedra coincide con el ojo, o esa veta oscura cruza la cara de arriba a abajo como una cicatriz. Murphy también existe en escultura. En esos casos no queda más remedio que intentar no desechar el trabajo realizado y reproyectar la escultura, porque cuando esculpo hay algún truquillo, como es no cerrarse jamás. Eso significa que, si por ejemplo estoy esculpiendo una cabeza, jamás esculpiré la parte de detrás sin tener la de delante acabada. De esa manera si surge algún inconveniente siempre tendré piedra por detrás para rectificar y echar toda la escultura «para atrás». Otro truco que suelo realizar es tallar en primer lugar un lado de la escultura, y así el simétrico es muchísimo más fácil de hacer si tienes un lado acabado porque solo tienes que copiarlo, tanto en la forma como en las medidas. Y una vez acabada de tallar, lo último es pulir para eliminar las marcas de la herramienta con la que has tallado, aunque demasiado pulido tampoco me gusta porque considero muy interesante ver las marcas de la herramienta con la que has trabajado la piedra. Y así facilitamos el trabajo para los estudiosos de aquí a 300 años (comenta con una sonrisa).

 

 

¿Cuánto tiempo tardabas, más o menos, en esculpir una gárgola?

Las gárgolas estaban esculpidas en un bloque de 200 x 70 x 50. De esos 200, aproximadamente 150 eran vistos y 50 iban empotrados en el muro. En lo que era trabajo de tallar, ocupé aproximadamente una semana en cada gárgola.

 

¿Cómo decidiste la temática o figuras de tus gárgolas? ¿Seguías alguna simbología o idea?

La primera de todas fue una cerda porque en los planos de la restauración había una cerda dibujada; las otras dos fueron un perro y un gato alados. Como era una pareja, e iban en dos contrafuertes simétricos, considere que perro y gato eran una pareja tan opuesta como inseparable, así que esas fueron las mejor diseñadas y las que se escogieron para flanquear los contrafuertes diagonales del ábside. Yo creo que a veces se buscan demasiadas explicaciones a cosas muy sencillas. En algunos casos puede haber una corriente o una idea global de la estética de las gárgolas de un mismo edificio, pero creo que a veces las cosas no son tan rebuscadas, creo que en muchas ocasiones el escultor tenía carta libre para el diseño de la gárgola, y si por ejemplo había visto en otro lugar que visitó, quizás a 1.500 km de distancia, un diseño que le hizo gracia, ahora lo repetía en el lugar donde estaba. En la catedral de Mallorca, no tiene nada que ver en temática una gárgola con la que hay en el siguiente contrafuerte. Creo que posiblemente en muchas ocasiones el escultor tenía buenas referencias y buena mano, y eso le autorizaba a esculpir la gárgola con la forma que se le ocurría en ese momento y que encajara en estilo.

 

 

¿Qué herramientas utilizabas para esculpirlas?

Siempre he dicho que cualquier cosa que sea capaz de hacer polvo en una piedra se puede considerar herramienta y, a pesar de que hay escultores muy clásicos que evitan usar herramientas eléctricas, no fue mi caso. Yo empleé radiales, amoladoras, fresadoras, especialmente para desbastar, aunque para acabarlas siempre usaba gubias. La gubia es la herramienta con la que mayor perfección consigo en la talla, y es con la que se le da el toque final. Las herramientas son proyecciones de mis manos. Y otra herramienta muy importante es la imaginación, ser capaz de ver la escultura acabada y, como he dicho, quitar lo que le sobra. Controlar el volumen y el espacio es imprescindible para el escultor y, naturalmente, también tener un buen conocimiento del material con el que se está trabajando, saber hasta donde puedes llegar con el golpe, saber dónde está el límite de la física para que el golpe no rompa la piedra, o cómo golpearla para obtener el resultado óptimo. Y por último, otras herramientas son la valentía y la fuerza física. En primer lugar, el golpe tiene que ser certero, no puedes tener miedo en cada golpe que das, porque al final esa indecisión se nota en la escultura. Y también has de tener resistencia física. El trabajo es duro; picar piedra era una condena que se aplicaba a menudo.

 

¿Qué te gustaría decirle a la gente para que entendiera mejor y valorase el arte de esculpir gárgolas?

Opino que hay arte cómodo y arte duro. Un herrero, un forjador de hierro, un escultor en piedra o un tallador de madera no tienen nada que ver con un pintor o un músico. Ojo, que cada arte tiene su dificultad y su mérito. Cuando digo cómodo o duro me refiero a limpio o sucio. Un compositor, un pintor o un diseñador acaba la jornada y se va directamente a la mesa para cenar, o se va al cine. Un escultor ha de recoger herramientas, lavarse, ducharse, cambiarse la ropa. Físicamente es un trabajo duro. A pesar de las gafas de seguridad y la mascarilla, no hay día en que una esquirla o el polvo se cuelen a través de las gafas o la mascarilla. E ir blanco e irreconocible es frecuente. Y que, a los dos días de no tocar una herramienta, aún te salga barro de dentro de la nariz también es frecuente. Decía Leonardo que no quería saber nada de escultura, porque los escultores parecían molineros. O al menos a él se atribuye la frase (comenta con una sonrisa). Desearía que la gente valorase que detrás de una escultura siempre hay un trabajo físico tan importante como la parte artística. También me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que hay muchos escultores que no ejecutan personalmente sus esculturas. En el mejor de los casos modelan en barro la escultura, o en el peor de los casos no llegan ni a eso, y es un escultor sin nombre, un herrero anónimo u otro profesional quien le hace la escultura. Yo he visto en una herrería, en primera persona, tres cartoncitos pegados de 15 cm de altura para que el herrero realizara la escultura en varios metros de altura. Creo que eso no es nada nuevo. Muchos escultores del pasado que tienen tanta obra, era temporalmente imposible que fueran autores completos de sus obras. Necesitarían cuatro vidas. Tenían talleres donde debía haber desde peones hasta oficiales que desbastaban, y otros que pulían la obra. En pintura igual. Si buscamos el símil, un arquitecto diseña un edificio y no toca una paleta para nada. Y al oficial que ha hecho los muros solamente lo conoce su familia. Yo considero que picar tus esculturas tiene un valor incalculablemente mayor. Y eso la gente debería valorarlo mucho más y se deberían empezar a firmar conjuntamente las obras, tanto el que la diseña como el que la realiza físicamente.

 

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¿Hay alguna anécdota interesante para contarnos de tu época de escultor de gárgolas?

La más bonita fue el hecho de poder esculpir las gárgolas a pie de la catedral. Como en la Edad Media, oliendo a arte, con la gran mole de la catedral sobre mí, apoyando, mimando, protegiendo, y también exigiendo. Una gran madre pétrea llena de vida e historia contemplando mi obra, esperando el nacimiento de sus dos nuevas hijas.

Otra anécdota de mi época de escultor es la cantidad de clientes que vienen a encargar obras exigiendo y poniendo ellos precio a su encargo, sin ningún conocimiento artístico, habitualmente una horterada, y que te amenazan diciéndote que si es cara no la vas a hacer. Y además, son esos que cuando la escultura está acabada no es lo que ellos pensaban y que te sacan fallos inexistentes para rebajarte el precio. Esto no es más que un reflejo de lo que ocurre en los colegios, en los institutos e incluso en las universidades. Si suspendes las asignaturas de diseño o dibujo, te las aprueban para pasar de curso. Pero si lo que suspendes es física y química, repites sin posibilidad alguna. Carreras como Bellas Artes o Historia del Arte triste y equivocadamente no tienen el prestigio que pueden tener carreras como Medicina o Arquitectura. Y eso repercute después en el poco respeto y reconocimiento que se tiene en el día a día a los escultores o a los pintores, a los músicos y a los artistas en general, que difícilmente pueden vivir de sus carreras. A no ser que algún marchante te haya sabido subir a las nubes, siempre, eso sí, a cambio de un suculento porcentaje sobre tu obra. A estos clientes lo mejor era hacer lo contrario: triplicar el presupuesto para no tener ningún negocio con ellos.

Y para finalizar, no como anécdota, pero sí como algo inusual, es haber podido realizar mucha obra pública, que además de contribuir a la imagen de mi isla, tiene la ventaja de que, cuando quiero contemplar mis obras, solo tengo que salir a pasear. Y no puedo evitar pensar cuando veo que alguien está fotografiando una de esas obras o que se está fotografiando junto a ellas, que esta persona jamás imagina que la persona que está a varios metros de ella, una persona del montón (que es lo que me considero), es el autor de esa escultura que está fotografiando. Cierta vez coincidí con una persona de un pueblo donde yo había realizado una talla en piedra de una Virgen gótica con el Niño Jesús en brazos. Yo (malvadamente), comenta con una sonrisa, empecé a preguntarle si conocía el lugar donde estaba, y fui conduciéndola hasta preguntarle si conocía la Virgen. Y por fortuna, sí que la conocía, y me dijo textualmente que “era muy bonita y que el pueblo le tenía mucha fe”. Cuando le dije que yo la había esculpido, puso cara como de pensar que “me estaba quedando con ella”. Y es que, como he dicho antes, los escultores son gente normal y corriente. Y además, como dice una poesía de Tomás Aguiló y Forteza, también los santos de piedra no son más que eso: santos de piedra. La contestación de esa persona es una de las mayores satisfacciones de mi vida artística.

 

¿Cuál es la gárgola favorita que has esculpido y por qué?

En la catedral de Mallorca tengo once capiteles de los vitrales tapiados que se abrieron, y tres gárgolas. Y la que más me gusta de las tres es la del perro alado. Porque, como el gato, la diseñé yo. Porque, por su tamaño, orientación y ubicación, es la gárgola más visible de toda la catedral desde la fachada marítima, y porque, desde el punto de vista de la talla, es la más difícil. De hecho, vosotros la tenéis de gárgola en la portada de uno de vuestros vídeos

 

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Como siempre decimos, el trabajo de campo nos permite comprobar que la piedra “habla” y que nos desvela a través de la forma, la textura, el desgaste o el estilo, una época con sus modalidades artísticas, su talante y sus maneras de pensar y vivir. Contemplar y observar las gárgolas de cerca: cada una de sus partes, cada gesto, cada resquebrajadura, cada forma y color de la piedra en constante cambio, es un auténtico y maravilloso aprendizaje para los amantes de las gárgolas.

Hoy hemos hecho un viaje a través de la escultura. Os hemos invitado a “escuchar” a uno de estos maravillosos escultores que nos han dejado algunas de las fascinantes e imaginativas gárgolas que sobresalen de nuestra arquitectura.

Nuestro más sincero agradecimiento a Joan Roig por su generosidad, por sus palabras, por transmitirnos sus conocimientos y, por supuesto, por el tesoro que nos ha dejado: sus impresionantes gárgolas. Un legado para la posteridad que forma y formará parte, esperamos que por muchos siglos, del patrimonio artístico de Mallorca y de nuestro país.

Gracias, Joan.

 

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