La entrada de hoy está dedicada a la representación del desnudo en las gárgolas.
En su libro sobre la historia del cuerpo en la Edad Media, el gran medievalista francés Jacques Le Goff (1924-2014) nos dice que ya en el Imperio Romano hubo una contención en lo referente al cuerpo y la sexualidad, en lo que se ha llamado el paganismo. Cuando el cristianismo se convierte en religión estatal, se produce una represión del cuerpo. La Edad Media, con un clero que reprimía las prácticas corporales y los Padres de la Iglesia que instauraron el monaquismo ascético, unido a la mortificación del cuerpo (cilicio, dormir en el suelo, flagelación, control de gestos) y la imposición de sufrimientos voluntarios como el ayuno o la abstinencia, fue la época de la gran renuncia al cuerpo. Recordemos que el pecado de Adán y Eva se convierte en la Edad Media en un pecado del cuerpo, un pecado sexual. Como consecuencia, el cuerpo fue el gran perdedor del pecado original.
Sin embargo, Le Goff dice que el pueblo no estaba en contra de la desnudez, sólo la Iglesia lo rechazaba. No obstante, como contradicción, tenemos a San Francisco de Asís que se desnudó dos veces: delante de su padre, obispo y pueblo para mostrar su conversión y renuncia, y en el templo para predicar. “Seguir desnudo a Cristo desnudo”, decía el santo. Hay que señalar que en el siglo XIII la mayor parte de los teólogos empezó a valorar positivamente el cuerpo (San Buenaventura, Santo Tomás).
Como resultado de esa renuncia al cuerpo, la desnudez se consideraba humillante y denigrante, un signo de haber sido expulsado de la comunidad y reservado a diablos, paganos y herejes, “una mancha procedente de los dioses paganos que debía ser borrada de la conciencia cristiana”, dice Luther Link. Este autor afirma que la desnudez en la figura humana y en el demonio procede de la Antigüedad clásica. La jerarquía eclesiástica tomaba a los dioses paganos como diablos, que se presentaban casi siempre desnudos, y por eso debían mostrarse así. Según Claudio Lange, las figuras que enseñan su sexo no son pecadores cristianos, si acaso, cristianos marginales.
En su investigación, Le Goff dice que el erotismo surge en los márgenes de los manuscritos, en las drôleries, donde vemos aparecer el cuerpo bajo formas que jamás se ven representadas en otras partes. Los márgenes, dice, son espacios de placeres, de diversión, de ornamento y, sobre todo, espacios de anticensura donde los temas escandalosos o lúbricos pueden florecer. El cuerpo, nos dice Le Goff, «se desata en los márgenes».
Por tanto, el desnudo aparece en todas las manifestaciones del arte marginal: gárgolas, drôleries, canecillos, etc.
El cuerpo se desata asimismo en las gárgolas.
Gárgolas
Monasterio de Batalha (Portugal)
Bibliografía consultada
LANGE, C., “La clave anti-islámica. Ideas sobre marginación icónica y semántica”, Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval (2009), pp. 115-127.
LE GOFF, J. y TRUONG, N., Una historia del cuerpo en la Edad Media, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 2005.
LINK, L., El Diablo. Una máscara sin rostro, Madrid, Editorial Síntesis, S. A., 2002.
Doctora en Historia del Arte e Investigadora especializada en el estudio de las gárgolas.
Soy Dolores Herrero Ferrio y mi Tesis, Aproximación al estudio de las gárgolas de las catedrales góticas de Castilla y León, está dedicada al estudio de estas fascinantes figuras.
Si te gustan las gárgolas y la historia del arte, te gustará también mi libro, «La gárgola y su iconografía», un libro que he escrito con todo mi cariño para personas interesadas en conocer el mundo de las gárgolas.
He creado mi propia Enciclopedia de Gárgolas, una Gargopedia para compartirla con vosotros, donde vais a descubrir todos los secretos y maravillas de estas enigmáticas esculturas.
Espero que disfrutéis de esta Gargopedia tanto como yo he disfrutado creándola, y recordad que cada gárgola tiene una historia que contar, y aquí las descubriréis todas.