Hoy vamos a hablar de algo diferente a lo habitual. No vamos a tratar sobre tipologías, características o simbología, sino que esta entrada está dedicada sólo y exclusivamente al artífice, al creador, en definitiva, al artista.
Al escultor de gárgolas.
Estas esculturas tan imaginativas, peculiares, desconcertantes, terroríficas, y sin embargo de una gran belleza artística, han fascinado y atraído durante siglos.
Aunque ya sabemos que las representaciones de las gárgolas son fruto de los factores y costumbres sociales y morales de la época, estas figuras, con todo tipo de criaturas, repletas de detalles fascinantes y de una imaginación formidable, sólo pueden reflejar un estado anímico del escultor de absoluto desbordamiento e incluso atrevimiento.
No sabemos con certeza qué criterios exactos siguieron los escultores de gárgolas medievales a la hora de crearlas. Diversos autores han teorizado sobre el tema. Rebold Benton, por ejemplo, dice que quizás los escultores usaron las gárgolas como una manera de firmar su trabajo, personalizándolo, ya que las gárgolas ofrecían al escultor la oportunidad de crear algo profundamente personal y fuera de las normas del arte medieval y del anonimato del sistema gremial de la Edad Media.
Catedral de León
En la escultura monumental de la época medieval, en la que los escultores empezaban a despuntar y a tomar conciencia de su profesión, donde ya vemos representaciones de escultores trabajando con sus utensilios, la profesión de escultor, aunque propia y única, iba siempre unida a una obra arquitectónica. No obstante, en el caso de las gárgolas, bien podríamos afirmar que estamos ante un claro ejemplo de autodeterminación o autonomía artística por parte de los escultores debido a esa desmedida demostración de imaginación, con creaciones fabulosas e ilimitadas.
Aunque no podemos afirmar que los escultores de gárgolas siguiesen estrictamente un programa iconográfico como en otras zonas de una catedral, se trataba de un conjunto reflexionado y ejecutado por maestros de la piedra, arquitectos y escultores, cuyas canterías estaban estrechamente ligadas, y que buscaron no sólo la armonía arquitectónica sino quizás una significación y una trascendencia más allá de lo puramente estético y formal.
Lo que aparentemente sí se vislumbra es que, como hemos dicho, frente a las reglas y encargos a que estaban sometidos los escultores de la Edad Media, las gárgolas aparecen como un desbordamiento de la imaginación del escultor, aunque la temática les fuese impuesta. De ahí la gran variedad y originalidad, con figuras de combinaciones innumerables. Una explosión de fantasía y libertad creativa del artista que ha continuado a través del tiempo.
Respecto a las gárgolas que, como transeúntes, no podemos ver, en su discurso sobre la proximidad de los adornos esculturales en la arquitectura, Ruskin (1819-1900) nos dice que, «si la forma animal de una gárgola cercana a la vista surge incompleta, ésta tendrá un contenido abstracto con formas sugerentes y simbólicas. Pero si la figura es un animal entero, está colocada mucho más lejos del alcance de la vista y labrada en un material fino, podrá alcanzar la mayor perfección posible». Según él, esta idea confiere nobleza a la obra arquitectónica. Este mismo autor afirma que “siempre que en la construcción de un edificio ciertas partes continuación de otras que forman una ornamentación quedan ocultas a la vista, no debe cesar la ornamentación en esas partes. Se cree en su existencia: no debe ser engañosamente suprimida. […] Si un orden de ornamentación ha de estar a la vez próximo y lejano, tened cuidado que la ejecución sea tan atrevida y tosca donde salte a la vista como donde se aleje, de manera que el espectador se dé cuenta de lo que aquello es y de lo que vale. […] La escultura no consiste en tallar una forma en la piedra y sí en tallar el efecto”.
Palabras estas últimas que expresan claramente la esencia de la gárgola.
En cuanto al procedimiento de trabajo del escultor, existen diversas teorías. True Gasch, por ejemplo, afirma que podría ser que las gárgolas se tallasen in situ y en bloques ya incorporados dentro de los muros. Williamson, por su parte, también dice que, al no disponer de dibujos de ejecución realizados por los escultores góticos, lo más probable es que la mayor parte de la talla de la escultura monumental se hiciera directamente sobre la piedra que anteriormente se había marcado.
El haber tenido acceso a las gárgolas desde cerca y haber podido observar detalles que no se pueden apreciar de lejos, nos ha permitido destacar un aspecto importante, y es el detallismo y la perfección en la talla de los animales (reales y fantásticos), muchas veces con anatomías increíblemente perfectas. Este hecho revela que posiblemente los escultores de gárgolas debían consultar los bestiarios y la literatura para los seres fabulosos y mitológicos, y tratados de zoología para la anatomía animal, materia que pertenecía a las enciclopedias que ilustraban no sólo sobre zoología, sino sobre anatomía humana y botánica. Esto podría estar indicándonos que estos escultores eran conocedores de este tipo de libros y manuales.
Seguramente, los escultores utilizaban dibujos preliminares de las figuras que iban a labrar, dibujos que vemos reflejados en fuentes documentales como el Album de Villard d´Honnecourt (s. XIII). Inicialmente, podríamos pensar que estos dibujos o bocetos eran elaborados por los propios escultores. Sin embargo, cabe la posibilidad de que éstos recibiesen los dibujos de otros artistas o dibujantes del mismo taller o de otros. Probablemente, la colaboración entre artistas también debía de darse con los modelos. Los escultores, o bien se ajustaban por completo a los bocetos ―propios o no― para labrarlos en la piedra, o bien utilizaban los bocetos de otros dibujantes a modo de guía inicial, pero realizando cambios y plasmando su propia personalidad artística e imaginación.
Observar las gárgolas nos permite constatar que la piedra habla y que nos desvela, a través de la forma, la textura, el desgaste, el estilo, o la propia figura y sus diversas partes, una época con sus modalidades artísticas, su talante y sus maneras de pensar y vivir.
No queremos terminar sin resaltar nuevamente que la gárgola es un magnífico reflejo de la libertad creativa del artista y de su imaginación. La infinita combinación de formas y seres sugiere un desahogo del escultor, una extraordinaria y envidiable libertad para labrar en la piedra múltiples posibilidades y fantasías.
Bibliografía consultada
REBOLD BENTON, J., “Gargoyles: Animal Imagery and Artistic Individuality in Medieval Art”, Animals in the Middle Age. A Book of Essays, 1996, pp. 147-165.
RUSKIN, J., Las siete lámparas de la arquitectura, Barcelona, Editorial Alta Fulla, 1997.
TRUE GASCH, W., Guide to Gargoyles and Other Grotesques, Washington, Washington National Cathedral, 2003.
VILLARD DE HONNECOURT, Album de Villard d´Honnecourt, architecte du XIIIe siècle: manuscript publié en fac-simile par J. B. A. Lassus/ouvrage mis au jour par A. Darcel, París, Léonce Laget, 1968.
WILLIAMSON, P., Escultura Gótica. 1140-1300, Madrid, Ediciones Cátedra, S. A., 1997.
Doctora en Historia del Arte e Investigadora especializada en el estudio de las gárgolas.
Soy Dolores Herrero Ferrio y mi Tesis, Aproximación al estudio de las gárgolas de las catedrales góticas de Castilla y León, está dedicada al estudio de estas fascinantes figuras.
Si te gustan las gárgolas y la historia del arte, te gustará también mi libro, «La gárgola y su iconografía», un libro que he escrito con todo mi cariño para personas interesadas en conocer el mundo de las gárgolas.
He creado mi propia Enciclopedia de Gárgolas, una Gargopedia para compartirla con vosotros, donde vais a descubrir todos los secretos y maravillas de estas enigmáticas esculturas.
Espero que disfrutéis de esta Gargopedia tanto como yo he disfrutado creándola, y recordad que cada gárgola tiene una historia que contar, y aquí las descubriréis todas.