Gargopedia

Las gárgolas del cimborrio de la Catedral de Burgos

 

La gárgola, aislada de su funcionalidad como canalón de desagüe, es pura imagen. El contemplarla nos provoca emociones dispares. Es expresión, belleza o fealdad. Pero, sobre todo, es Arte.

Además, la gárgola es un magnífico reflejo de la libertad creativa del artista y de su desbordante imaginación. La increíble amalgama de formas y seres revela un desahogo del escultor, una infinita libertad para labrar en la piedra múltiples combinaciones y fantasías.

Las representaciones de demonios en las gárgolas, repletas de detalles fascinantes, escalofriantes y de una imaginación formidable, sólo pueden reflejar un estado anímico del escultor de absoluta libertad para crear e incluso a veces de atrevimiento y provocación. Un claro ejemplo de autodeterminación o autonomía artística por parte de estos escultores debido a esa desmedida demostración de imaginación, con creaciones fabulosas que vemos sobre todo en las grandes catedrales.

Hoy vamos a entrar en la maravillosa Catedral de Burgos para ver los tremendos demonios del cimborrio. Para ello, comenzamos con esta excelente cita sobre la espléndida catedral burgalesa: “Precedido por un pasado espiritual entrañablemente fundido con las glorias de Castilla, el período que va desde 1221 a 1568, da forma a un incomparable sueño de piedra del que surge, en un principio, una catedral ennoblecida en su robusta sencillez por los más puros elementos del gótico clásico” (López Mata, 2008, p. 185).

 

 

Aunque hay una interesante variedad de tipologías, la temática imperante en las gárgolas de la mayoría de las catedrales es la demoníaca. Este exceso y superioridad de la figura del demonio probablemente está relacionado con la contraposición entre el mal y el pecado (exterior de la catedral) y el bien y lo sagrado (interior de la catedral). Además, no debemos olvidarnos de la idea que existía en la época medieval de mostrar la existencia del mal ante la colectividad.

Las gárgolas del cimborrio de la catedral burgalesa son una muestra excepcional de representaciones del Maligno. En estas gárgolas podemos ver las características propias de la tipología demoníaca, y también otros detalles peculiares y específicos de los demonios de esta catedral.

En general, se trata de gárgolas de gran tamaño, alargadas y estilizadas, con una labra magnífica en cuanto a formas y detallismo, y con un volumen y una plasticidad impresionantes en unas figuras que parecen «vivas» y que transmiten sensaciones y texturas diversas (flaccidez, tensión, repulsión).

Como características destacables tenemos unas alas en forma de hojas, la gran mayoría grandes hojas a las que llamamos «alas de acanto»; también se ven hojas en los genitales. Los cuerpos tienen protuberancias y colgajos. Vemos brazos cortos y muy rectos, a veces insertados en el cuerpo o simplemente sin ellos. También senos de mujer, ya vimos la vinculación del demonio con la mujer en la Edad Media y su representación con senos caídos, imagen que aparece en muchas gárgolas y también en la sillería del coro de esta catedral. Los cuellos están muy marcados, con grandes surcos y tráqueas salientes, mostrando tensión. Hay patas delanteras y traseras dobladas hacia atrás, como dislocadas, una imagen que aparece en otras representaciones de demonios, como en un manuscrito del siglo XIV de la Divina Comedia de Dante, y terminadas en pinzas o tenazas tipo insecto, una característica que también se muestra en un dibujo de un capitel de la Basílica de Vézelay (Francia) del siglo XI. También se ven patas traseras de macho cabrío con dobles pezuñas o terminadas en serpientes enroscadas, una característica que se observa asimismo en algunos grotescos del interior de la catedral. Algunas barrigas son abombadas y de aspecto desagradable. Hay pieles rugosas y a veces de reptil o dragontinas. Algunos llevan collares con adornos (bolas) en el cuello. Las cabezas tienen frentes o cejas salientes y muy abultadas, penachos, cuernos curvados hacia atrás y orejas puntiagudas o largas y curvadas. Las bocas tienen a veces dos largos colmillos, unas tienen colgajos a los lados y otras, largos bigotes. Muchos son antropomorfos, y algunas gárgolas poseen un rasgo muy singular: los ojos, nariz y boca son huecos siniestros que dan a la cara un aspecto de calavera, fantasmal, una peculiaridad que les confiere un aire expresionista. Algunas de las expresiones son dolientes, de sufrimiento. Son rostros que perturban al contemplarlos.

Las gárgolas del cimborrio son gárgolas terroríficas y al mismo tiempo bellísimas. La expresividad de los gestos consigue estremecer al espectador. Estamos ante únicas e impresionantes esculturas. Son soberbias, estremecedoras, originales, escalofriantes, fantasmales e inquietantes. Pero, sobre todo, son obras de arte de una gran belleza y de una fantasía e imaginación extraordinarias.

Como ejemplo de excelencia artística, tanto en el estilo como en la iconografía, la catedral burgalesa posee un conjunto de gárgolas que forma parte de nuestro patrimonio artístico, un patrimonio del que debemos sentirnos verdaderamente orgullosos.

 

Las gárgolas del cimborrio

 

gargolas

 

 

Bibliografía consultada

LÓPEZ MATA, T., La Catedral de Burgos, Burgos, Instituto Municipal de Cultura y Turismo, 2008.

 

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